11 abril 2005

Hace unos días hace 30 años

“Hace unos días asistimos a una cena ofrecida al genocida de Paracuellos para agradecerle su lucha por la democracia. De todos son conocidos los enconados esfuerzos de Santiago Carrillo por traer la “democracia” en sus largos años de exilio al servicio de sus muy demócratas amigos Stalin y Ceaucescu. Así se lo manifestaron los más de 400 asistentes al homenaje sorpresa (además de ZP, Víctor Manuel, Peces Barba, Ibarreche, Pujol, Ignacio Gabilondo, María Antonia Iglesias...) donde se leyó una misiva del Rey Juan Carlos para transmitirle su respeto y amistad.

Tras la cena, a las 2:40 de la madrugada y con el calor de las copitas, algunos de estos compañeros proletarios, acudieron Nuevos Ministerios para contemplar la escena de la retirada de la estatua ecuestre del Jefe del Estado durante casi 40 años.

Muchos de nosotros no conocimos a Franco, y a la mayoría les importa bien poco. Han pasado ¡30 años! y Franco es ya historia de España. Pero mientras se derriban unas estatuas y se cambian el nombre de unas calles, asistimos al sectario espectáculo del levantamiento de otras (al Ché Guevara, a Luis Companys, al Ángel Caído..) y al “rebautismo” de nuevas calles y plazas (Pablo Iglesias, Sabino Arana, Azaña, Blas Infante...)

Borrar la historia es importante para quienes lo intentan, porque, claro, esa historia es también la de ellos. En la batalla cultural de la progresía van ganando por goleada, por culpa de los falsos respetos y escrúpulos de quienes nos hemos tragado la trola de la "reconciliación". En nombre de una falsa equidad hemos admitido “la culpa de unos y otros a partes iguales”. Esto además de una gran injusticia y un desprecio al sufrimiento de aquella media España “que no se resignaba a morir” (Gil Robles), es una gran mentira. Los resultados de este engaño están a la vista.

Como dijo Felipe González, “Algunos han cometido el error de derribar una estatua de Franco; yo siempre he pensado que si alguien hubiera creído que era un mérito tirar a Franco del caballo, tenía que haberlo hecho cuando estaba vivo”.

Ante este ataque cobarde y sectario a la memoria colectiva, podemos lamentarnos o hacer algo. Este algo puede ser denunciar públicamente estos hechos para que, de esta forma se ayude a la contención de una única y miope visión de la historia”.

Fdo: Pedro

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