MARIA Y MIKEL

Maria se levanta sobresaltada. Inquieta en su cama, se pregunta cómo él puede dormir tan plácidamente. Las noticias los últimos días no son optimistas. A Eduardo y a los otros les han dicho que extremen la vigilancia, pues se teme que en cualquier momento vuelvan a asesinar.

Durante la noche, María ha acudido en cinco ocasiones al cuarto de los niños, pero aún así se vuelve a levantar de nuevo para comprobar que están bien. Respiran. La puerta, cerrada, y el relevo nocturno de Eduardo está fuera, en el Renault Megane azul que se alterna con un Fiat Negro para no levantar sospechas.

De nuevo, mira por la mirilla de la puerta: oscuridad. La llave sigue echada. Finalmente, rendida, se acuesta junto a Mikel para caer profundamente dormida.

Cuando abre de nuevo los ojos, son las 8 de la mañana. Se ha quedado dormida, y rápidamente emprende la rutina matutina. Despertar a los niños, lavarles, ... Llama Mikel. Le dice la noticia que todos daban por descontada: ETA ha roto la tregua y vuelve a amenazar con acciones armadas. Él está ahora en su despacho del ayuntamiento, y aunque lo ha oido a primera hora, no quiso despertarla. Suena el timbre de la puerta. Es Eduardo, esperando para llevar a los niños al colegio. Eduardo dice que a pesar que en el comunicado etarra se habla de las 12 de la noche, ellos están en situación de máxima alerta, por lo que hay que tomar las máximas precauciones.

Su hija mayor, Itziar, 12 años, no es ajena a la preocupación en los ojos de su madre. Hace unos días que la tensión se masca en el ambiente, incluso volvió a recibir la charla de sus padres sobre lo que decir en el colegio a sus amigos: tu padre es Abogado y trabaja en un bufete, y Eduardo es tu “tío Eduardo”. Desconfiar de extraños, y nunca salir del colegio si antes no ha llegado Eduardo o alguien que se identifique con el santo y seña. Tanto ella como su hermano pequeño Jorge tienen un dispositivo con un botón y unos códigos que han de pulsar en caso de que se encuentren en apuros.

Cuando bajan al garaje, esperan el tiempo de rutina de inspección que hoy parece interminable. Probablemente no es más larga que otros días: maletero, bajos del coche, motor, interior, … Tal vez por la nueva situación, a María se le antoja interminable, mientras sus hijos esperan con las mochilas para poder subirse a su coche.

Eduardo mira el libro de rutas pero decide improvisar. Van al centro para después coger la circunvalación, recorriendo más del triple de distancia de lo que sería el camino en línea recta. Es un camino con los menos semáforos posibles. En ellos, Eduardo parece más atento a lo que pasa a su alrededor que a si la luz se pone roja o verde. Son segundos tensos dentro del coche que María trata de disimular gastando bromas a sus hijos.

Finalmente llegan al colegio. Después de dar dos vueltas a la manzana, Eduardo decide parar y se baja del coche. Abre la puerta y por fin los niños pueden entrar al colegio. Por supuesto, se trata de un colegio privado pero aún así están instruidos para ocultar su identidad, y sobre todo el trabajo de su padre. Es concejal en un ayuntamiento del Pais Vasco.

María pasará angustiada el día, mirando el reloj, y contando las horas que faltan para que su familia sea de nuevo oficialmente objeto de la amenaza etarra. Después de haber podido apenas acudir a votar, amenazados e insultados por simpatizantes etarras en el mismo colegio electoral, ahora han de mirar siempre hacia atrás cuando salen a la calle. Cada llamada de teléfono es un sobresalto en el corazón de María. Hace poco estuvo con víctimas del terrorismo y sabe que en cualquier momento puede sonar esa llamada maldita que le cambiará la vida.

Hoy martes, 5 de junio de 2007, ETA ha confirmado su intención de seguir con la los asesinatos y el crimen como medio fundamental de conseguir sus objetivos políticos.

Es importante resaltar que el relato anterior no pertenece a Matrix, ni a Second Life. Es la historia desgraciada de miles de constitucionalistas que viven hoy en el Pais Vasco angustiados mientras el reloj marca su macabra cuenta atrás hacia la reanudación de la violencia.

Esta es la historia (desgraciadamente real) de un Gobierno de España que intentó pactar con los terroristas el cambio de régimen constitucional, para eliminar de la vida pública al partido más importante de España en número de afiliados y militantes. Es la historia de unos miserables que han conseguido que ETA sea más temible que nunca, y que no dudarán en volver a pactar con los asesinos cuando la ocasión sea más propicia.

Desde aquí, desde la comodidad del anonimato que proporcionan estas páginas, desde la libertad de los que vivimos lejos del estado del miedo que es el Pais Vasco, queremos enviar un abrazo cariñosísimo a todos aquellos que allí luchan por su libertad, por nuestra libertad, y por la defensa de los valores constitucionales.

Gracias. Nunca olvidaremos vuestro sacrificio diario.