22 abril 2009

FJL


He querido distanciarme un poco de los acontecimientos, ya que es un tema en el que me resulta difícil ser imparcial.

En realidad, no tengo por ser imparcial, ya que profeso una enorme simpatía y admiración por FJL, igual que la siento por algún otro comunicador (pocos desgraciadamente) que se atreven a decir lo que piensan, caiga quien caiga.

Por otro lado debo decir que aunque en absoluto soy persona religiosa (no sé muchas veces si definirme gnóstico o abiertamente ateo), profeso una gran admiración por la Iglesia Católica (particularmente en la época moderna) y soy un fuerte defensor de su labor social mucho más que cualquier otra organización, y particularmente por ser la responsable desde un punto de vista histórico de proporcionar unos valores comunes en el mundo civilizado que son los que a la postre han permitido que la humanidad viva en relativa tranquilidad (bueno salvo los ataques propios de un mundo incivilizado como el musulmán).

Evidentemente la iglesia, como dicen los religiosos, está formada por hombres imperfectos y aunque evidentemente son innegables las atrocidades cometidas a título personal por algunos de sus miembros (en el pasado y en la actualidad), seguiré durmiendo muy tranquilo marcando la casilla de la Iglesia, aunque no pertenezca a ella ni en cuerpo ni en alma.

La COPE ha sido en los últimos años un ejemplo de libertad y de mentalidad abierta por parte de una radio episcopal. Hemos visto cómo los dos principales comunicadores de la cadena uno era abiertamente ateo y el otro Protestante, y cómo los episodios de sectarismo proliferaban en radios supuestamente progresistas mientras que en la COPE se respiraban evidentes aires de libertad, gracias a la actitud poco muy poco servil y en cierta forma sin domesticar, de sus comunicadores.

Siempre he pensado no obstante, que tanta libertad no podía provenir si no de un “Síndrome de Estocolmo”, por el cual permitían libertad en las ondas simplemente porque no se atrevían a despertar la ira de Federico y a perder oyentes, y que en cierta forma convivir con las opiniones sin matizar de estos comunicadores era una penitencia que debían aceptar para tener la radio más influyente de la derecha española (y aprovecharla, claro está, para fines religiosos y sociales propios de la iglesia).

Dicho esto, hay también que subrayar que la COPE no deja de ser una compañía privada aunque la propiedad sea de una institución religiosa, y que por supuesto si quieren prescindir de los que muchos pensamos que son su principales baluartes, pues suya y de sus accionistas es la decisión. Es una apuesta arriesgada, pero evidentemente están en todo su derecho a intentar una renovación, si es que creen que puede servir mejor a sus intereses empresariales o sociales.

Lo que si que me gustaría criticar, es de dónde recibe la dirección de la COPE la inspiración y las presiones para acometer tal cambio, ya que como era de esperar, los mayores ataques y maniobras de desestabilización de la COPE no han venido de la mano de la izquierda si no de la supuesta derecha (con perdón) española, en particular de la rama Rajoy/Gallardón valga la redundancia.

Y es que parece que mientras los comunicadores les bailen el agua, los dos están por la libertad de prensa, pero sin embargo ninguno de los dos ha podido soportar que se les pudiese criticar desde una radio que ellos han considerado como suya.

Estas personas que tanto han abogado por terminar la carrera de FJL en la COPE, tienen en cambio muchos méritos para seguir ejerciendo la suya. Gallardón, que ha hundido a la capital en los máximos niveles de endeudamiento de su historia, insiste emperrado en meter a Madrid en la organización de unos JJOO cuya rentabilidad, más allá de de satisfacer su ambición y alimentar su ego, es muy discutible. Todo ello después de haber salido de la comunidad a la que había dejado en similar situación. Dicen que Gallardón hace “muchas cosas”, pero es que como dice un amigo mío, “con buena polla bien se folla”, y máxime cuando la susodicha no es de uno.

Por otra parte Rajoy, que ha perdido 2 (dos) elecciones generales, ha decidido emprender el nuevo viaje al centro de la izquierda, al que nos quiere sumir a todos y perder unas nuevas elecciones, y de paso convertir al PP en una especie de Izquierda Unida, sin opción de gobierno pero eso sí, abierta al progresismo, una especie de centro dentro de la izquierda, rumbo al socialismo de derechas, en la cual hasta el aborto es para ellos un tema controvertido del cual huyen para que no se les califique de reaccionarios.

Ninguna de estas dos personas resistiría en una democracia verdaderamente evolucionada como la estadounidense, y sin embargo nosotros los tenemos por baluartes y alternativa al poder de Zapatero, cosa que no es extraña, puesto que en realidad son la misma cosa.

A Rajoy y a Gallardón me gustaría proponerles que se fusionen con el PSOE, al fin y al cabo son lo mismo (yo de verdad que cada día me cuesta más encontrar las diferencias), y así de paso nos ahorramos las elecciones, que son un incordio porque la gente tiene que pensar y nos gastamos mucho dinero en las campañas.

Y por último a Federico, le quiero sugerir/rogar que funde de una vez el partido liberal, una tendencia inexistente (desde el punto de vista de la representación) en España, una alternativa al pensamiento único, un partido liberal en lo económico y conservador en lo político, apoyado en los principios del humanismo cristiano que tantos compartimos, y que sin duda recogería a muchos ciudadanos que en estos momentos no nos vemos representados por la miserable actitud de lo que fue la derecha (con perdón) española. Cuente con mi voto.

1 comentario:

Alberto Esteban dijo...

Federico siempre recuerda su única experiencia en política, que fue un fracaso. Pero hoy, más de 25 años después, conseguiría un escaño casi seguro presentándose a las generales.

Saludos